La universidad y el
aprendizaje-servicio
Coordinadora
del Área de Comunicación
Programa
de Formación General
“No hay árbol bueno que pueda dar fruto malo, ni árbol malo que pueda
dar fruto bueno. Cada árbol se conoce
por su fruto”, un interesante pasaje bíblico de Lucas 6: 43, y que
seguramente a muchos nos lleva a la reflexión; sobre todo a quienes estamos
comprometidos con una labor formativa desde cualquier espacio social, en este
caso particular desde las aulas
universitarias.
La universidad, desde siempre, ha sido considerada
como el “templo del saber”, un espacio donde se genera conocimiento y al que se
le adjudica tres misiones fundamentales: la docencia, la investigación y la
extensión. A cada una de estas misiones suele corresponder una estructura
organizativa específica, que tiende a su vez a generar una “cultura
institucional” propia, no pocas veces aislada o incluso en confrontación con
las demás, pero que al final marca un hito histórico en la transformación de
los pueblos y la libertad de pensamiento.
En los últimos años, se ha empleado
conceptos diversos para referirse a la misión social de la universidad. El más
antiguo es seguramente el de “extensión”, un término muy extendido en toda
América Latina a partir de la Reforma Universitaria Argentina. Casi
contemporáneamente surge la idea de “servicio social universitario” en México,
donde desde mediados del siglo XX se llegó a instaurar como un requisito
necesario para la graduación, luego se instaló en Venezuela y por supuesto en
nuestro país; no obstante, en las últimas décadas se ha querido instaurar otras
experiencias enriquecedoras enfocadas en el aprendizaje - servicio.
En este marco, con el propósito de innovar,
pero sobre todo de generar nuevos retos y espacios de aprendizaje significativo
para los estudiantes, nos propusimos iniciar un vínculo particular con la
comunidad, intentando detectar los grandes problemas sociales que enfrenta
nuestra sociedad piurana, que desde luego son muchos, pero creemos que desde la
universidad podemos intentar involucrarnos con ellos, pues también nos competen
y podemos contribuir valerosamente para menguar algunas falencias, destacando
algo sumamente valioso: una oportunidad para sensibilizarnos, de cara hacia una
formación profesional integral más humana y equitativa.
No cabe duda, que esta primera experiencia está
cargada de significado para los estudiantes y para quienes venimos dirigiendo
este reto. Es totalmente gratificante desarrollar una alternativa pedagógica a
través del servicio como una
oportunidad para el aprendizaje, pues, hay cabida para desarrollar
habilidades, destrezas; fortalecer y aplicar conocimientos; además, permite la
articulación y encuentro de intencionalidades de diferentes culturas
institucionales. De acuerdo con la investigación realizada por Eyler y Giles en
universidades norteamericanas, el aprendizaje - servicio impacta
consistentemente en la comprensión y aplicación de los conocimientos, en el
desarrollo del interés por indagar y del pensamiento reflexivo y crítico, en la
percepción de posibilidades de cambio social, en el desarrollo personal e interpersonal
y en el desarrollo de prácticas de ciudadanía participativa (EYLER-GILES,
1999), aspectos que forman parte del perfil que deseamos lograr en nuestros
estudiantes Vallejianos y que en cierta medida se ha podido corroborar a partir
de esta primera experiencia en el curso de Competencia Comunicativa, durante el
primer semestre, y continuamos la segunda parte en el curso de Redacción
Administrativa que, seguramente, permitirá obtener mayores luces al respecto,
consolidándolo así como una alternativa eficaz y diferente para otorgarle
dinamismo y expectativa a nuestros estudiantes en cursos que muchas veces
resultan tediosos desde el colegio y que generan un negativismo que ellos traen
a la universidad.
Por el momento, aún con muchas actividades
pendientes que forman parte del proceso; pero seguros de que tendremos muchas
más satisfacciones, pues las investigaciones recientes en torno al aprendizaje
– servicio son alentadoras: muestran que estas prácticas pueden constituir una
herramienta eficaz para el desarrollo de competencias básicas para el mundo del
trabajo, especialmente en lo que se refiere al desarrollo de competencias para
trabajar en equipo, comunicarse eficazmente, asumir responsabilidades y
desarrollar la capacidad de iniciativa personal y las competencias
organizacionales y de gestión. Este conjunto de competencias resultan
especialmente significativas en un contexto mundial en el que la empleabilidad
no está garantizada, y un número creciente de trabajadores tienen que generar y
gestionar sus propios emprendimientos productivos.
El secreto de la felicidad esta en dar y no
en recibir
Jesús
dijo: “Hay más felicidad en dar que en recibir” Hechos 20,35.